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LA VENGANZA DEL MORO: Reflexiones sobre el islote Perejil y otras traicciones

LA VENGANZA DEL MORO: Reflexiones sobre el islote Perejil y otras traicciones Tras la crisis del islote Perejil, en los círculos del CNI (por aquél entonces creo que aun se llamaba CESID), comienza a estar en boca de todos una idea que imprime acuciante preocupación: la venganza del moro. Éste y muchos otros argumentos de peso aparecen descritos en el libro "11 M, La Venganza", de Casimiro García-Abadillo, que trataré de dar lectura a la mayor celeridad posible, tan pronto consiga un ejemplar. De este tipo de obras que nacen con vocación de bettseller oportunista, desconfío las más veces. Sin embargo, resulta que en el caso del presente libro, el objetivo de imputar responsabilidades del atentado del 11-M al Reino Alauí, viene avalado, ya desde poco después de su independencia, por una trayectoria y actitudes de constante traicción hacia España. La sistemática política de afrenta que manejan contra España, sin ánimo de caer en soberbia, es inconcebible para todo país en vías de desarrollo que se dirija a la octava potencia económica del mundo. Profundizando en ese comportamiento, en esa manera de entablar relaciones con la apariencia y el engaño por bandera, conviene analizar no pocos episodios de esperpéntico objeto y sinuosas finalidades. Anticipado está, que un amargo odio y rencor, y un especial "sentimiento de western", de saldar deudas pendientes, contamina la ilegítima clase política marroquí.
Conviene hacer memoria y recordar que Marruecos cobra independencia tras la decisión de las potencias coloniales francesa y española de retirarse de ese protectorado. Hasta entonces, es decir, antes de 1956, Marruecos no era un Estado reconocido. Fue aquel dictador, creo que se llamaba Francisco Franco –que muchos tratan de enterrar bajo la losa de la ignominia sin apercibir que la verdad convierte todo material en permeable y reflota aquélla cada vez que escriben De la Cierva, Casas de la Vega, Salas Larrazábal o Pío Moa-, el que, como así describe en su libro Francisco Franco Salgado-Araújo "Pacón", decidió no intervenir militarmente ante la declaración de independencia marroquí porque no merecía derramarse otra gota de sangre española en tal cometido. No calificaré de generoso tal acto o decisión ya que entonces tendría que repetirme o me quedaría corto de adjetivos para describir cual fue la postura de España ante la "Marcha Verde". No obstante, ahí quedan apuntadas las palabras del General y que cada cual lo juzgue a su manera.
Como adelanté, y saltando incidentes menores sobre los que dispongo de escasa información –como es el caso de una patrullera marroquí que ametralló pesqueros españoles a principios de los 70 -, la "Marcha Verde" se perfila como un despropóstio escrito con mayúsculas, un vapuleo lamentable del carroñero oportunista. Sí, Marruecos ansiaba el Sáhara, pero también era conocedor que con un ejército de mínimos nada tendría que hacer ante, por ejemplo, un Mirage F1 o una fragata F-70, que por aquel entonces constituían recientes adquisiciones del ejército español. Tampoco Franco daría a torcer su brazo ante semejante humillación. El General que firmaba sentencias de muerte, razonablemente, no huiría con su ejército de la colonia saharaui si era un tercero el que invitaba a la marcha. Así las cosas, Hassán II urdió un plan de indudable astucia e innegable desprecio por la vida de los más débiles. Promovió esa gran gran marea humana encabeza por mujeres y niños para ocupar "pacíficamente" la colonia española. Nadie soportaría verlos volar por los aires en la frontera minada, nadie justificaría apretar un gatillo ante civiles indefensos. Pero, ¿cuál hubiese sido la respuesta de Franco? No lo sabremos, estaba agonizando. Hábilmente Hassán II sortea los dos escollos, una guerra militar que le sería desfavorable y un dictador africanista que renunciaba a perder todas sus colonias. Aprovechando la ignorancia y mansedumbre de los civiles marroquíes, la generosidad de una sociedad española cada vez menos comprometida con la España Imperial y un vacío en el poder que ni Arias ni el Rey se atrevían a cubrir en toda su extensión, Hassán II pone la primera piedra de un contencioso de extraordinaria vigencia en nuestros días. Rompo un lanza en favor del Rey, quien viajó a dar ánimos a las tropas españolas arengándolas con evidente destreza, aquello no era una rendición.
El episodio de la "Marcha Verde" no tarda en ser asumido y es absorvido por cambios que experimenta España en la Transición. Empero, el monarca alauí no tardará en evocar viejos recuerdos cuando sutilmente deja caer, al por entonces Presidente Adolfo Suárez, la posibilidad de una nueva "Marcha Verde" sobre Ceuta y Melilla. El Presidente, con necesaria contundencia, afirma sin titubeos que en ese caso ordenaría bombardear Casablanca y Rabat. El moro sólo había tanteado, había movido ficha y comprendió que aquella jugada tenía pocos visos de salirle redonda. Veremos como este proceder será una constante en la política marroquí.
Como un jarro de agua fría debió caer en el Reino norteafricano la feliz noticia de la firma de los acuerdos OTAN en 1986 por parte de España. Nuestro país dispondría del apoyo de fuertes aliados si un tercero atacaba su integridad territorial. No obstante, sería una ingenuidad olvidar una lacra que llega hasta el día de hoy. La OTAN no protege la integridad del conjunto de España, no amparan estos acuerdos a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, sino que quedan excluidas del alcance OTAN.
Ya en el S. XXI, el sucesor Mohamed VI será fiel al estilo de su padre y utilizará análogas maneras engañosas, poco diáfanas, de oscura y subrepticia finalidad. De todos es conocido, y ha sido pormenorizadamente descrito, el incidente del islote Perejil, punto álgido de la decadencia de unas relaciones bilaterales cada vez más deterioradas. Por la relativa cercanía temporal del suceso y por la amplia cobertura mediática e informativa, considero innecesario ahondar más en unos hechos perfectamente narrados, analizados y examinados. No obstante, me gustaría matizar dos aspectos sobre este tema.
Primero, consideraría imperdonable, por mi condición de jurista en formación, el eludir o descuidar la perspectiva jurídica del conflicto con las consiguientes consecuencias jurídicas y justificaciones que del mismo emanan. Así, perfectamente Federico Trillo expuso los principios del Derecho Internacional que daban cobertura legal a tal actuación en una rueda de prensa convocada "ad hoc" poco tiempo después de ejecutar el desalojo. Por eso, me gustaría centrarme en la perspectiva que ofrece el Derecho interno, de la que muy poco se ha hablado, al menos en los medios. De una interpretación sistemática del bloque de constitucionalidad (Constitución y Estatutos) se extrae la idea de necesidad de desalojo del islote, esto es, no simple causa de justificación legal, sino de imposición constitucional. El art. 8 CE reserva a las FAS el deber de garantizar la integridad territorial de España, tanto de agresiones internas como externas. El art. 147 CE reserva a los EEAA la competencia de fijar las fronteras y límites geográficos. El islote Perejil se halla expresamente incluido dentro de los límites del territorio español en virtud de los que expone el estatuto ceutí. De la combinación de estos dos preceptos, vemos que aparece configurado un deber para las FAS de defender la integridad de ese trozo de España que se llama Perejil.
En segundo lugar, habría que analizar la crisis de Perejil teniendo presente los antecedentes comentados. No sólo encaja, sino que es exponente de esa línea diplomática y vía del hecho consumado que sigue Marruecos. Benaissa, como el valedor de esa política, o como peón sacrificado, no se sabe, fue el que mantuvo la conveniencia de la ocupación del islote como instrumento para la lucha contra el narcotráfico. Claro, para luchar contra el tráfico de drogas es "conditio sine qua non" señalar el islote con dos banderas marroquíes, sustituir los gendarmes por infantes de marina y un emplazamiento mejor dotado y, por supuesto, enviar las patrullas marroquíes a rondar los abyacentes peñones españoles. Es la misma conducta alevosa, de engaño, de envoltorio con sorpresa que sigue Marruecos de manera endémica.
Esta idea no está sustentada por nada más que hechos constatables. Aun así, no debería dejar al margen la curiosa y coincidente visión que hace Camilo José Cela en su libro "Mazurca para dos muertos", sobre la naturaleza traidora del moro. Lástima que estemos en condiciones de afirmar que esta idea trasciende del ámbito literario del ilustre nobel a la realidad.
A lo largo de esta reciente pero ajetreada historia, Marruecos tropezó dos veces con obstáculos que lo replegaron de sus objetivos ilegítimos. En el momento actual cabría preguntar, ¿ZP haría gala de la firmeza de Suárez y su contundente respuesta? ¿se embarcaría en una empresa cuasibelicista pero imprescindible como hizo J.M. Aznar? Temo que las respuestas sean negativas, ojalá me equivoque y los hechos me saquen de este error pero todo hace pensar que hoy día corren aires muy propicios para que Marruecos mueva ficha por enésima vez. Y, al fin, le salga bien la jugada.

12 comentarios

leidy -

esta super

leidy -

esta super chevere

ZP forever -

Vivan, los moros!!! dadme votos!!! Caldera, ¿lo hago bien?

Ambrosio -

paso de todo papa
(PUTOS MOROS)

anonimo -

eduardo es hombresexual de esos

blas -

huele a acuero aqui, tendré que hacer una limpieza

barato barato -

Tu si que eres un moro conguito.

queipo -

hay mucho moro aqui o que.

rullardo -

eche o que hai. de onde non se pode sacar... me voy a cagar en todos sus zurullos señor mio

zurullo pedete -

Ay la luna, me cago en las ostras.

zurullo humano -

Escribo para, únicamente, felicitar al señor rui por su amplia retaíla de argumentos y berborrea. Frutero.

rullardo -

jajjaja la jodiste! ya se llamaba cni de aquella, ay ay ay que paleto